martes, 1 de abril de 2014

La Doctrina Karaganov y el expansionismo ruso.


La actual crisis en Ucrania ha desatado todas las alarmas en el Este europeo sobre las intenciones y planes rusos a largo plazo. Roland Flamini en World Affairs se hacía eco el día 26 de marzo sobre la honda preocupación que en los países bálticos la anexión de Crimea ha producido. El Baltic Times de Lituania, dice que la inteligencia nacional alerta que su contraparte rusa está incrementando sus actividades antilituanas. Por otra parte, ante la amenaza rusa, Estonia quiere doblar el tamaño de su Guardia Nacional. En efecto, en las repúblicas bálticas se teme que una serie de agresiones indirectas rusas para crear un corredor con Kaliningrado, "neutralizar" dichos países (de los que Rusia tuvo que retirar sus bases a desgana por la presión económica occidental durante los primeros años 90) u otra clase de objetivos.

Los bálticos temen que una Estrategia Indirecta contra ellas por parte de Rusia podría dividir a la OTAN, tal y como Alemania dividió a los occidentales en la Conferencia de Desarme y sus postrimerías en los años 30. El orden de la primera posguerra mundial que garantizaban los aliados saltó por los aires cuando tras la declaración unilateral alemana de rearmarse en 1935, el Frente de Stressa fue fulminado por el Acuerdo Naval Anglo-Germano. Los ingleses no estaban dispuestos a ir a una guerra general en Europa para salvaguardar los intereses particulares de Francia y de otros vecinos de Alemania. Los Acuerdos de Locarno, llegada la hora de la verdad, no eran sino simple papel mojado, la Alemania de Hitler en 1935 no daba muestras de querer conquistar toda Europa sino simplemente buscar cierta paridad militar y el rearme relativamente limitado, así como algunas reivindicaciones fronterizas (limitadas) por los alemanes que quedaron en el extranjero una vez el II Reich se desintegró. En la actualidad, podría darse el caso que los países de Europa occidental decidieran apaciguar las demandas limitadas rusas de proteger a sus nacionales, lo que en realidad no sería sino forma encubierta de crear Estados tapones e incrementar así su esfera de influencia. De la misma manera que las poblaciones y líderes de Francia e Inglaterra decidieron no ir a la guerra contra Alemania para garantizar el orden de posguerra y sacrificaron Austria, Checoslovaquia, Memel, Renania, etc, en nuestros días, ante una amenaza limitada rusa (sin las consecuencias existenciales de la guerra fría), varios países occidentales podrían reaccionar de una manera más o menos similar. Al fin y al cabo, Rusia no buscaría invadir o controlar toda Europa, que era lo se temía en la Europa en ruinas de 1945 y de la hostilidad ideológica capitalismo versus comunismo.

En ese orden de cosas, un antiguo asesor de Putin, en una entrevista a un medio sueco, dice que este busca ampliar la influencia rusa a Finlandia y los países bálticos. Se considere esa advertencia exagerada o no, lo que es cierto es que en el Este europeo comienzan a creer (con o sin razón) que le están viendo las orejas al lobo. En Suecia y Finlandia se habla de dejar de ser países neutrales y meterse en la OTAN. En Suecia se discute el "doctrinal shift" e ingresar en la alianza, generándose un debate nacional. El 83% de los suecos dudan que su país pueda defenderse autónomamente de Rusia, el primer ministro responde que Suecia sí posee esa capacidad debido a las carencias rusas, y su Jefe de Estado Mayor rechaza cambiar su actual estatus de neutralidad. Respecto a Finlandia, Rusia ya ha advertido que si ese país ingresara en la OTAN, por el peligro que significa la instalación futura de misiles antimisiles, respondería con medidas de represalia.

La figura intelectual que está tras todos estos planes expansionistas rusos que podrían reconfigurar el orden internacional europeo de la posguerra fría (que en realidad ha ido saltando por los aires desde el 2007 hasta la anexión de Crimea) es Sergey Karaganov, creador de un texto que se terminaría conociendo como  la Doctrina Karaganov (aquí puede leerse una transcripción) y una persona bastante cercana a Putin desde que volviera a la presidencia en 2012.

La Doctrina Karaganov (escrita en el año 1992) reproduce en lo esencial las tradicionales aspiraciones dominadoras rusas sobre los países del antiguo Imperio Ruso y la URSS. En ese texto puede leerse que respecto a las repúblicas exsoviéticas se pueden seguir tres políticas: 1) democracia radical (plena), que no es posible por las contradicciones internas de esos países, 2) reintegrarlas en Rusia al estilo neoimperial, 3) reintegrarlas (al control de Moscú) al en un estilo conderal y posimperial. Las minorías rusas en esos países serían un instrumento fundamental de esa política en dos aspectos: 1) al no poder absorver Rusia tantos millones de repatriados las minorías rusas han de quedarse en el espacio exsoviético como forma de influir en la vida económica, 2) como forma de seguir influyendo decisivamente en lo cultural y en la formación intelectual de las élites de los países exsoviéticos.

Básicamente, lo que pretende la Doctrina Karaganov, es que mediante el pretexto de la protección de los rusos étnicos, Rusia pueda injerir (y controlar) en el espacio exsoviético. Algo no muy diferente al irredentismo alemán del que se hizo abanderado Hitler en los años 30, aunque sin su supremacismo racial ni su búsqueda de espacio vital y el Generalplan Ost a costa de otros pueblos y razas.

En este enlace puede leerse a Karaganov decir que "Estamos en una situación de preguerra mundial, pero las armas nucleares impiden que se llegue a esa situación". Las sanciones económicas no producirán el efecto esperado en Occidente porque "los occidentales no entienden nada. Creen que Putin lo que busca es dinero, pero no es así, lo que persigue es poder y orgullo". Tal cual, los occidentales tampoco pudieron entender que el Japón, Italia o Alemania en los años 30 no buscaban dinero o unas fronteras estables y justas, sino simplemente la gloria y el destino de un Imperio. Las tonterías de la interdependencia compleja como garantizadoras de un mundo estable y seguro es algo que sólo se le ocurre a una mentalidad plana y carente de imaginación tan habitual en las democracias representativas burguesas. Los valores postmateriales y posmodernos tienen un duro y brutal despertar ante hechos como la anexión de Crimea, o sencillamente no tienen tal despertar y atribuyen a Putin alguna clase de enfermedad mental. Pues no, Putin es racional y la querencia de un imperio o de esferas de influencia no es ninguna idea trasnochada. Los muy burgueses y democráticos EEUU no hace tanto tiempo invadieron Irak, y por motivos defensivos Occidente ha tenido que regresar en el mundo islámico a injerencias e invasiones prácticamente coloniales para defenderse de los que buscan la vuelta del Califato. Los motivos circunstaciales pueden cambiar, pero la necesidad de órdenes internacionales pseudoimperiales y de esferas de influencia es una necesidad permanente.

El ministro estonio de defensa, Urmas Reinsalu, dice que "debemos admitir que la Rusia de Putin es un régimen agresivo que busca restaurar su imperio con las fronteras de la antigua Unión Soviética. Rusia nunca abandonó la Doctrina Karaganov". Karaganov por su parte afirma que Rusia ya no tiene nada que perder, y que por lo que él entiende Putin piensa igual y luchará hasta el final. Occidente, si quiere lograr una situación estable en Ucrania, tiene que admitir una solución estilo Bosnia.

La Doctrina Karaganov está presente en los libros que tratan la seguridad del espacio exsoviético, y si se piensa un poco, responde perfectamente a las intenciones rusas para los Acuerdos de Biezlavezka (diciembre de 1991) en los que Rusia buscó hacerse con el control de de las fuerzas armadas de las repúblicas exsoviéticas (menos las bálticas) y tenerlas controladas dentro de su esfera de influencia bajo la amenaza de perder territorio por medio de la fuerza militar. Algo que puede verse de forma bastante clara en este fascinante documental que examina lo ocurrido en las negociaciones de ese tratado que ha configurado el orden internacional en el espacio exsoviético.

 

En definitiva, Rusia simplemente estaría tratando de cumplir con su designio imperial y de preeminencia en el espacio exsoviético, lo que podría significar una amenaza a los países del Este. En sus conceptos estratégicos de los años 2000 y 2009 Rusia ha dejado bastante claro el shock que significó las ampliaciones de la OTAN y los bombardeos de Kosovo y Yugoslavia. La ampliación de la OTAN a su extranjero cercano es una amenaza a su seguridad militar de tal magnitud, que Rusia podría buscar crear una zona tapón que la que contrarrestar el terreno perdido desde la ampliación de 1999, lo cual iría contra la seguridad de los Estados del Este que caigan en esa zona. Los países bálticos, con sus amplias minorías rusas y Kaliningrado a un paso, tienen todas las papeletas de caer dentro de la Doctrina Karaganov... y quién sabe si algún otro país también sería "neutralizado" para apaciguar los temores y ambiciones rusas.

En cualquier caso, esto es mera especulación que al calor de los acontecimientos en Ucrania ha logrado espacio mediático. Las verdaderas intenciones rusas, a mi entender, no están tan claras en esos extremos como para afirmar que Rusia busca expandirse. Probablemente, Rusia simplemente busque conservar su esfera de influencia y evitar que algún país o alianza consigan alguna clase de superioridad militar absoluta mediante el desarrollo de sistemas antimisiles, la expansión geográfica, etc (tal y como puede leerse en sus conceptos estratégicos y otros documentos de estos últimos años).

No hay comentarios:

Publicar un comentario